martes, 26 de abril de 2011

Made in China:

Escuchando hoy las noticas me sorprendió una en concreto.

“En China afirman que los productos de Zara son malos para la salud ya que tienen 68% de algodón”

Curiosa noticia ¿no? Pero veréis porque sucede.

Como sabéis Zara está teniendo mucho éxito en muchas partes del mundo, entre ellas China. Hasta el punto de que comprar en Zara es de las cosas más “Chic”. Las prendas de Zara están producidas en parte en China y en parte en España. Pues bien acaban de incluir ciertas prendas hechas en Marruecos, y esas prendas son reconocibles ya que aunque son de calidad, llevan una proporción menor de algodón. En lugar del 75% un 68%. O sea, los chinos no están comprando prendas españolas (nacionalidad de la multinacional Zara) sino marroquíes. Algo intolerable para el mercado chino. Y por eso surge ese tema.

Para ponernos en contexto acaban de cerrar varias fábricas en China, ya que fabricaban “espaguetis” con tinta y cera. Sí sí, tinta de la de los bolis, y cera de la de las velas. Ni más ni menos. Vamos, que la calidad de los productos de los Chinos no es ni mucho menos de más adecuada. Creo que esto todos lo sabemos.

Lo curioso es lo que esta noticia me hace sentir, me refiero a la de Zara y el 68% de algodón. Por una parte los chinos son unos manipuladores de la información. Pero por otra el sentimiento es de envidia. Envidia por la protección hacia sus mercados, hacia sus productos. Por la protección hacia sus malas empresas. Y envidia por la comparación entre lo que ellos hacen y lo que hacemos nosotros los españoles.

Como todos sabéis el estado chino ha “comprado” créditos blandos a España. A cambio nuestro gobierno se ha bajado los pantalones antes ellos. Las medidas de calidad que se aplican a los españoles no se les aplican a los chinos, para que os hagáis una idea hace poco se hicieron unos análisis en varios establecimientos chinos y en uno de ellos, en el agua que se iba a destina a cocinar, se encontraron restos de heces. Sí, de heces. De mierda. Caca, literalmente Pero no se difunde, no se menciona. Ellos tienen ventajas en cuanto a los impuestos, hasta el punto de que muchos negocios con el simple método de intercambiarlos entre ellos no paga impuestos. Pero nosotros sí que los tenemos que pagar. ¿Quién creéis que fabrica la mayoría de los uniformes que usan los diferentes cuerpos del estado, incluyendo enfermeras, médicos, bomberos, etc..?

Podría seguir así porque el asunto no termina en estas cosas. Pero lo que me duele es la protección que los chinos dan a sus empresas, a sus productos, a su mercado. Y en cambio nuestros políticos tan sólo se bajan los pantalones. Para que compren deuda. Deuda surgida de una mala gestión en una época de crisis.

Y estoy harto. Harto de verlo. Harto de sentir como para los gobernantes españoles nosotros somos los segundos. A los que pueden pisar, a los que deben machacar. Vivimos en la en mundo al revés. Y yo quiero que mi gobierno me proteja, me cuide. Esto no es un mensaje xenófobo. Mi esposa no es española, y es maravillosa. Es un mensaje de dolor. Que me sale desde dentro. Deja de proteger tanto a otros. Deja de bajarte los pantalones ante otros. Y protégeme a mí, benefíciame a mí, vela por mis intereses, ayúdame a mejorar, ayúdame a desarrollar mi potencial. Que para eso te pago, y para eso te “cedo” mi pequeña parte de autoridad.

lunes, 18 de abril de 2011

Donde fueres....

Hace tiempo me pasó algo curioso.

Invité a alguien a mi casa a comer, no era un amigo, era tan sólo un conocido y fue casi por obligación. Pero le invité. Le ofrecí mi hospitalidad, mi alimento, mi educación y mi forma de vida. Era obvio que agradecería esto, ya que en su casa apenas tienen nada para comer. Pero no fue así. Rechazó mi comida, y me pidió otra cosa. La pasta que tenía para mi esposa y para mí no le pareció adecuada, de postres teníamos fruta pero no le gustó. "Yo quiero un flan" Nos recriminó. Se fue al baño y allí sin más se encerró. "Si no se respetan mis derechos de huésped no me moveré" Imagínanos, mi esposa y yo mirándonos... Llamamos a la policía, pero nos dijeron que no podían hacer nada. Nos llamaron intolerantes, que ya que él vive en un entorno más desfavorable debemos ofrecerle esas cosas, que en vez de pasta tenemos que darle un chuletón, que en vez de fruta un flan, o algo mejor y sobre todo que nada de imponer mi cultura en mi casa. Y durante todo ese tiempo, no pudimos usar nuestro baño. Al final tuvimos que pedirle perdón, darle la comida deseada, y se fue... Nunca más volvimos a invitarle.

Esta historia no es real del todo aunque tiene una pequeña parte de verdad. Pero esta mañana leyendo el periódico una noticia me ha hecho pensar en esto. Resulta que "varios tunecinos se han manifestado en Niza para reclamar que los inmigrantes puedan entrar con libertad a Europa y se respeten sus derechos".

Vivimos en un mundo en el que todo el mundo quiere tener derechos, si quiero abortar que nadie me lo impida, si quiero dejar a mi esposa que nadie me lo impida, si quiero odiarte por tu forma de pensar que nadie me lo impida, si quiero hacer cualquier cosa, que nadie me lo impida, ahora eso sí, que nadie me obligue a asumir las consecuencias de mis acciones. Yo lo resumiría en una frase sencilla. "Quiero hacer lo que me dé la gana, sin asumir las consecuencias y sin perder mis derechos". Y esto no sólo se queda en nuestro país. Volvamos a los tunecinos.

Túnez. Un país que acaba de derrocar a su dictador. Tiene 10.2 millones de habitantes de los cuales casi todos son musulmanes. Dentro de la lista de países que más persiguen a otras religiones ocupa el puesto 37. Está prohibido que un musulmán cambie de religión. Si eso sucede ese "infiel" debe morir. Cristianos, judíos, etc no pueden manifestar su religión de ninguna manera visible ni externa. No es posible decir nada malo contra Alá o Mahoma, ni por supuesto contra el Islam. Todas las mujeres deben llevar cubierta la cabeza, sí o sí.

Cuando un español viaja a Túnez ¿qué clase de comportamiento creéis que se espera de él? Pero lo curioso es que cuando ellos vienen a nuestro país desean la tolerancia que nosotros no tenemos en el suyo.

¿Es justo? ¿Qué debemos hacer con este tema? Mi opinión es que si yo no tengo derechos en tu casa tú no los tienes en la mía. En tu casa haré lo que digas, pero en la mía tú harás lo que yo diga. Y si a alguno no nos gustan las normas, sabemos donde está la puerta.